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Las Bibliotecas Públicas del Estado (BPE) no pasan por su mejor momento: el nivel de inversión que se dedica a la Red dista mucho del de los años anteriores a la crisis y el volumen de visitantes y de usuarios que solicitan servicios de préstamo está cayendo de forma lenta pero constante. La reducción del gasto, la explosión de Internet y los nuevos usos culturales de una sociedad cambiante obligan a los responsables bibliotecarios a pensar un nuevo planteamiento.

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Panorámica de las 53 Bibliotecas Públicas del Estado. Imagen de la Web del MECD

Son 53 los centros que componen la Red de Bibliotecas Públicas del Estado. La mayoría de ellas se encuentra en las capitales de provincia y las ciudades autónomas. Su titularidad es estatal y depende actualmente de la Dirección General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, pero su gestión está transferida a las respectivas comunidades autónomas.

En la práctica, la consecuencia de esta bicefalia es la existencia de dos capítulos de gastos diferenciados: los corrientes y los de inversión. Los primeros dependen de la gestión autonómica y cubren las necesidades cotidianas, el mantenimiento y ampliación de los fondos bibliotecarios y el apartado de personal. Los segundos dependen del Estado y se refieren a los edificios: compra de solares, construcción, mantenimiento y equipamientos.

Según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, ambos capítulos sufrieron considerables recortes con la llegada de la crisis: el de gastos corrientes se redujo de 68.032.756 euros en 2010 a 58.976.046 euros en 2012, aunque se ha ido recuperando hasta alcanzar 65.868.688 euros en 2015, último año con datos disponibles. Sin embargo, el de gastos de inversión pasó de 18.931.743 euros en 2010 a 11.796.208 euros en 2012 y ha seguido bajando hasta 8.323.481 euros en 2015.

Lucila Uriarte, Jefa de Servicio de Estadística y Evaluación de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, explica parte del descenso de los gastos corrientes en la existencia de una partida estatal dedicada a la adquisición bibliográfica: «esa partida presupuestaria desapareció con el cambio de Gobierno en 2011, por lo que la caída es más pronunciada».

Para los directores de las BPE, sin embargo, se trataron de años duros. «Ha habido unos años muy difíciles, en los que ha sido incluso complicado comprar lo más inmediato para el funcionamiento», cuenta Jorge Gómez, director de la BPE de Guadalajara. María del Lluch Alemany, directora de la BPE de Palma de Mallorca, considera que «el Estado dota mínimamente a las bibliotecas. Totalmente insuficiente, tanto en gastos corrientes como en gastos de inversión y personal». Para José Manuel Lorenzo, director de la BPE de Valladolid, la caída «ha sido tremenda, porque tenemos que adaptarnos a los nuevos medios y estos son caros«. César Moreno, director de la BPE de Orihuela, incide en los problemas para la contratación de personal, capítulo que «sigue paralizado desde hace años».

La caída del gasto se vio acompañada por un descenso tanto de los visitantes como de los usuarios activos. En el primer caso, se pasó de 16.888.679 euros en 2009 a 14.743.473 en 2015; en el segundo, de 598.268 en 2009 a 505.174 en 2015. Para María Luisa Azcárraga, directora de la BPE en Madrid, hay una clara relación entre la reducción del gasto y el descenso de visitantes: «significó perder usuarios porque no podíamos comprar novedades». No obstante, Uriarte matiza estos datos, ya que «la bajada de préstamos se ha producido principalmente en las instituciones, no en los particulares».

BPE

Internet es clave en el descenso de usuarios pero también ofrece nuevas vías de adaptación y servicio para las Bibliotecas Públicas del Estado

 

Si en algo coinciden casi todos los directores contactados por bez.es es en la influencia de Internet en el descenso de visitantes. Lucila Uriarte reconoce: «intuimos que las variaciones de préstamos y visitantes se deben a Internet». No obstante, Internet también ofrece nuevas vías de adaptación y servicio para las Bibliotecas Públicas del Estado. César Moreno reivindica la función social de la biblioteca con respecto a Internet: «la biblioteca debería jugar un papel importante en el adiestramiento de grupos socialmente desfavorecidos para que la brecha tecnológica les afecte menos«. Jesús Ángel Rodríguez, director de la BPE de Logroño, considera que «no solo hay que conquistar el espacio físico de la ciudad, sino que hay que ofrecer a través de las redes, de Facebook, de Twitter, una serie de actividades y un nuevo caladero»

«Se abren nuevos cauces de actuación. Hay que trabajar más en colaboración con servicios sociales, con educación, más operatividad y más coordinación a la hora de prestar servicios y recursos de información», opina Caridad Montero, técnico coordinadora de la Red de Bibliotecas de Murcia. Entre estos nuevos cauces, se encuentran las actividades culturales: ofrecer un lugar de encuentro cultural para los usuarios.

Jorge Gómez habla de «dos almas de la biblioteca, una tecnológica y otra cercana, del espacio físico real, que permite a la gente de la comunidad reunirse». De hecho, entre 2010 y 2015 el número de actividades culturales organizadas se duplicó: de 10.532 a 22.672 aunque, advierte Mª Luisa Azcárraga, «hay que matizar ese número. En 2012, cuando nos quitaron el presupuesto para actividades, nos pusimos las bibliotecarias a hacerlas». Tanto Jorge Gómez como José Manuel Lorenzo reconocen que la mayoría de estas actividades se hacen con voluntarios, pero afirma Azcárraga que «sin las actividades mucha gente no entraría a la biblioteca y gracias a ellas las redescubren».

Nuevos retos, los de Internet, y limitaciones antiguas, las de los presupuestos, ante las que las Bibliotecas Públicas del Estado deben enfrentarse por el bien del patrimonio físico y espiritual de nuestra cultura.

 

 

 

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Reportaje (e imagen interior) extraído de bez.es