En verano muchas bibliotecas públicas abren la mitad del horario y algunas de las que abren pasan sus horas muertas sin ver aparecer a los usuarios, pues en los meses estivales muchas personas dejan sus lugares habituales por la playa y la piscina, y eso sin contar cuando el calor nos obliga a muchos de nosotros a no poder acudir a la biblioteca en esas horas en las que sería como atravesar el desierto… Por eso, cada vez más ayuntamientos en verano están llevando los libros a las playas y a las piscinas.

Son las 12:00 del día. Llegas a la piscina de tu pueblo y tras el primer baño de un día que promete, vas al kiosko y pides un refresco o un helado y mientras te secas con el calorcito del sol, te entran ganas de leer alguna novela de aventuras que termine de transportarte fuera de la rutina. A muchas personas les gusta disfrutar de un buen libro como parte del relax de sus vacaciones y desde hace unos años, las bibliotecas públicas trasladan parte de sus colecciones a los entornos acuáticos con la finalidad de aprovechar la coyuntura veraniega para seguir realizando su misión de fomentar y animar a la lectura.

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Así, entre chapuzón y chapuzón, vamos practicando la célebre frase de Juvenal ‘mens sana in corpore sano’. Por ello, en aquellas piscinas o playas que ya tengan este servicio sabed que ya no será necesario llevar el libro desde casa, puesto que habrá algún bibliotecario o bibliotecaria que estará dispuesto a colmar nuestra inquietud lectora con algún libro de viajes o novela cautivadora.

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Adrián Macías Alegre

academia auxiliar de biblioteca

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