Resultado de imagen de prescripción lectora

Imagen extraída de la web de la Universidad de Barcelona

Lo de “torpes”, entienda el lector que va sin ningún tipo de malicia o desprecio. Lo uso como sinónimo de algo “básico” o “explicado de un modo muy pedagógico”. Es este un tema, quizás, poco tratado en el mundo académico e incluso bibliotecario. Quiero transmitir -con más subjetividad que otra cosa- qué debemos hacer y tener en cuenta como bibliotecarios para recomendar lectura al usuario de la biblioteca de manera eficaz, sólo eso…

¿Qué es la prescripción lectora?

Podemos llamarla así, pero también de otras formas como “Prescripción literaria”, “Servicio de recomendación literaria/lectora”, etc. Simplemente se trata de asesorar al usuario para que pueda llevarse en préstamo o incluso para que compre o saque de otra biblioteca el libro (normalmente literatura) que más le va a gustar.

En ocasiones, el visitante tiene muy claro qué quiere, o casi. Viene ya con un título en la cabeza, un autor, un género, etc. pero, precisamente, depende del grado de concisión de su demanda el mayor o menor esfuerzo que el bibliotecario tiene que hacer para ayudarlo.

En definitiva, se trata de que el usuario se lleve lo que más le va a gustar; no se trata de buscar en el catálogo el libro que quiere, eso no es “prescripción”, se trata de hacer un ejercicio de síntesis para que basándonos en ciertos criterios o gustos del lector poder aconsejarle los títulos más adecuados.

10 principios fundamentales para realizar una buena prescripción lectora en bibliotecas

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1. Conocer la colección de nuestra biblioteca. Es evidente que si queremos recomendar al usuario un documento que nuestra biblioteca tenga, debemos conocer los títulos que la integran. Todo buen prescriptor conoce al dedillo los títulos que guarda su colección, ya sean impresos o digitales.

2. Conocer el mercado literario. Es inimaginable poder aconsejar a alguien sobre qué leer si no estamos al tanto del mercado literario. Cuanto más conozcamos la actualidad literaria, mejor podremos asesorar a nuestro visitante.

3. Ser empático. Ojo, el lector a veces tiene gustos ocultos. Vamos, que no sabe que si leyera ciertos libros, le encantarían. Para detectar esos gustos y esas preferencias “inconscientes”, nada mejor que meternos en su piel, en su carácter, en su estado de ánimo. En definitiva, ser empáticos

4. Saber preguntar. Para obtener la información pertinente, la que buscamos justamente, es decir, y haciendo una analogía con un OPAC, para que en la contestación del usuario que busca qué leer no haya ruido ni silencio, tendremos que preguntar con astucia, con inteligencia.

5. Saber indagar. Si no hacemos una labor de “investigación” no le podremos sacar todo el jugo posible a los gustos literarios del usuario. Cuanto mejor preguntemos más certeros estaremos a la hora de conocer qué libros le podrían gustar al lector al que atendemos.

6. ¿Qué géneros le gustan al lector? Hay varios parámetros que conjugándolos podremos sacar un listado de títulos más o menos adecuado de libros que gusten al lector. El género es muy importante. Si el lector nos dice qué género es su favorito, entonces, con ese conocimiento necesario de la colección que hemos apuntado en el punto uno y el del mercado literario, dicho en el punto 2, se restringe bastante el número de libros.

7. ¿Qué autores le gustan al lector? Lo mismo que el punto anterior. Si sabemos qué autores le gustan a nuestro visitante, podremos: a) Ver qué tenemos de ese autor en la biblioteca b) Listar todas las obras de ese autor y proceder a un préstamo en Red o Interbibliotecario si no tuviéramos alguno c) Hablarle al visitante de autores con una literatura parecida, que pudieran gustarle.

8.¿Qué necesidades literarias/emocionales tiene el lector en ese momento? Es importante (de nuevo entra en juego la empatía) además de conocer los gustos generales sobre literatura de nuestro visitante, detectar cuál es el momento personal y emocional de nuestro lector, de esa manera podremos tener claro qué libro podría gustarle en ese momento preciso de su vida. Si está triste, no estaría mal aconsejarle libros entretenidos y/o cómicos, si se encuentra en un periodo de reflexión podríamos hablarle de los títulos que la biblioteca tiene sobre filosofía o autoayuda; si el lector está enamorado, novelas románticas, etc.

9.¿Cuál es el grado de capacidad como lector del usuario? La lectura es como cualquier afición, profesión o deporte, por poner algún ejemplo: requiere práctica. Por mucho que al visitante le guste leer, si no es un lector experimentado puede ser una locura recomendarle un libro de Kafka o uno de Joyce. Y al revés, un lector veterano y con muchas tablas quizás puede aburrirse con un libro demasiado simple.

10. ¿Qué tipo de literatura no conoce el lector, tiene nuestra biblioteca, y podría gustarle? Como afirman muchos expertos, es responsabilidad del bibliotecario educar al lector, no sólo darle lo que nos pide, así que, al conocer como bibliotecarios nuestra colección y el mercado literario actual, podremos indicarle que lea algún libro que aunque en un primer momento no entre dentro de sus previsiones o gustos, puede abrirle nuevas ventanas al mundo y a la lectura, abrirle el apetito literario. Por eso no debemos ceñirnos a lo que ya quiere, sino a lo que no sabe que quiere, pero podría gustarle. Es una obligación profesional y ética del profesional de las bibliotecas, del bibliotecario.

Enrique Navas Benito / Academia Auxiliar de Biblioteca / Revista Desiderata

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