Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional, en julio de 2019.

Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional de España. Imagen extraída de El País

El Ministerio de Cultura ha citado a una reunión para primera hora de este lunes a la directora de la Biblioteca Nacional de España (BNE), Ana Santos, tras la información publicada el domingo por el diario El País en la que se indicaba que la institución ocultó durante cuatro años el robo de una obra de Galileo Galilei, el tratado astronómico Sidereus nuncius, impreso en Venecia en 1610. A este encuentro de urgencia acudirán el secretario general de Cultura, Javier García Fernández; la directora general del Libro y Fomento de la lectura, María José Gálvez, y Ana Santos. El ministro, José Manuel Rodríguez Uribes, no estará. Desde el ministerio se ha comunicado que “desconocían por completo este asunto”, por lo que se pedirán explicaciones a la directora de la BNE…

La institución descubrió en 2014 la sustitución del libro, obra fundamental de la ciencia del siglo XVII, por una copia, pero no lo denunció a la policía hasta 2018, cuando unos investigadores escribieron a la Biblioteca para preguntar por el original. Santos dijo el domingo a este periódico que informó a Cultura en 2018 de la presentación de esta denuncia mediante un correo electrónico a Carlos Alberdi, entonces jefe del gabinete del ministro José Guirao. “Avisé a Carlos Alberdi y a Soledad Puértolas, que era la presidenta del Patronato de la Biblioteca Nacional”, afirmó Santos. El entonces ministro de Cultura, José Guirao, sin embargo, aduce que nunca llegó a estar al tanto de lo ocurrido: “Como ministro no fui informado ni del robo ni de la denuncia”.

Fueron varias restauradoras de la BNE las que detectaron en 2014 el cambiazo. Santos asegura que nadie le informa de ese robo, mientras que la directora técnica de entonces, Mar Hernández, sostiene que ella misma le da la noticia. En ese momento nadie traslada tampoco al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte el robo del valioso ejemplar. Jesús Prieto, entonces director general de Bellas Artes, Bienes Culturales, Archivos y Bibliotecas, señala que no tuvo “ninguna noticia del hecho”. Prieto dejó el cargo en septiembre de 2014, varios meses después de que se descubriese la desaparición del tratado original de Galileo. “Por coherencia con el papel de un director general que tiene que proteger el patrimonio y como persona de leyes, no puedo concebir que no se actúe si te informan de algo así”, manifestó. Fuentes próximas a la Secretaría de Estado de Cultura ―que entonces desempeñaba José María Lassalle―sostienen que tampoco tuvieron conocimiento del suceso.

“En 2014, la Secretaría de Estado de Cultura no fue informada de nada porque yo no lo sabía, pero en 2018 el equipo del Ministerio de Cultura fue informado porque yo lo sabía”, indicó Santos, que añadió: “Yo no me puedo sentir responsable de lo que no conozco, aunque me debo hacer responsable. Que la dirección técnica no me informase en 2014 es una gestión nefasta”.

Sin embargo, en un correo electrónico, publicado el domingo por EL PAÍS, la directora técnica, Mar Hernández, rebatía esta versión de la directora: “Siempre te he informado y consultado todo. Tú nunca hubieras aguantado a una persona nombrada por ti en la que no tuvieras total confianza o que no te informara de todo. Tras finalizar una reunión semanal del equipo directivo nos quedamos José Luis Bueren [actual director técnico], tú y yo para despachar el tema e intentar encontrar una solución”. Hernández muestra, además, un correo de 2014 en el que se pide que se informe a la directora, y otro más, de 2016, dirigido a cuatro personas, donde ella misma afirma que ya ha comunicado el caso a la dirección.

El falso Sidereus nuncius fue expuesto en la muestra Cosmos, entre marzo y septiembre de 2018. En el catálogo ya se describía como falsificación, y también en la cartela. La directora de la BNE asegura que tampoco lo denunció entonces porque ignoraba que la institución poseyese una primera edición. “Nosotros tenemos muchos falsos que a veces han ingresado a través de la llegada de bibliotecas particulares o que incluso hemos comprado”, indicó.

“La punta del iceberg”

Una fuente cercana a la dirección en 2018 aseguró a EL PAÍS que “este caso es solo la punta del iceberg de más robos”. Esta misma persona señala que conoció el asunto antes de que se informara a la policía y sobre si Santos podía saber o no en 2014 la sustracción, agrega que, por el funcionamiento de la institución, “es imposible que la dirección técnica que investigó el asunto no moviera un dedo sin comunicárselo a la directora”.

Asimismo, apunta la posibilidad de que el robo fuese incluso antes. Para ello, hay que remontarse al 24 de agosto de 2007, cuando la Biblioteca Nacional denunció la desaparición de dos mapamundis de Ptolomeo, arrancados con un cúter de su obra Cosmografía, incunable de 1482. “Entonces se comprobó qué otros documentos había consultado el supuesto ladrón”. Entre ellos había visto, en 2004, el Sidereus nuncius. “Se buscó el libro y se contaron las páginas, y como dio el mismo número de siempre, se pensó que estaba correcto; pero lo que no se comprobó es si ese era el verdadero o si era la copia”.

De la investigación se identificó como responsable de los robos de 12 páginas con 19 grabados a César Ovidio Gómez Rivero, de 60 años, español de origen uruguayo, residente en Argentina, que efectivamente había accedido a numerosos documentos valiosos entre 2004 y 2007 en la Sala Cervantes con carnet de investigador. A este espacio solo pueden entrar, tras un riguroso control, aquellas personas que acrediten ser investigador. Los dos mapamundis se recuperaron en Sídney y Nueva York posteriormente, pero la noticia de los robos ya le había costado el puesto a la entonces directora de la BNE, Rosa Regàs, que perdió la confianza del ministro de Cultura, César Antonio Molina.