Con la resaca de la Navidad y su inseparable ilusión y derroche de deseos aún en mi cabeza (sepa el lector que este artículo fue escrito tras las Navidades), resaca de unas fechas en las que la fantasía lo ha sido todo, se me ocurre seguir fantaseando (qué menos) sobre esto de las bibliotecas. Me pongo a ello, pues. Se me ocurre inventar que en una reunión informal en un bar cualquiera de un lugar cualquiera, entre amigos (o no tanto, dejémoslo en conocidos), coinciden un bibliotecario y un político bastante importante en la localidad; tanto, que de él dependen las decisiones que se tomen para el próximo 2019 en materia presupuestaria de la ciudad en la que el bibliotecario trabaja. More info